jueves, 5 de mayo de 2016

Viajando con diálisis. Capítulo 5.

Viajar con diálisis es posible, y así nos lo muestra cada semana José María Prieto. En este nuevo capítulo nuestro peregrino preferido nos relata su nueva parada en el camino para su sesión de diálisis, y la satisfacción de disfrutar de una buena cena junto a sus compañeros, tras el largo recorrido. 

Hola!. Este fue el día más madrugador hasta la fecha, pues resulta que, antes de las seis y media de la mañana, se levantaron los extranjeros con los que compartíamos la habitación del albergue y encendieron las luces, así que ya aprovechamos la situación y nos levantamos nosotros también.

Nos sorprendió la cantidad de peregrinos que íbamos saliendo de la aldea, casi una marabunta de luces (no había amanecido aún) de las linternas que llevábamos para alumbrar el camino, y además, estaba lloviznando. Fue el primer día que nos mojamos.

Teníamos que llegar a Palas de Rei antes de las 12:15 h., pues tenía que coger el autobús hacia Lugo, para ir a la diálisis y teníamos que recorrer unos 12 Km. hasta la estación.

José María Prieto junto a una escultura. 

Aunque no paraba de llover, yo estaba pasando algo de calor pues el poncho que estaba usando protegía de la lluvia pero no era transpirable. Después de caminar un rato paramos a desayunar en una venta muy peculiar, pues la dueña realiza esculturas y pinturas con las hormigas como tema central y fuera del bar tiene unas estatuas grandísimas y cuadros de ellas, muy interesante.

Llevamos muy buen ritmo y casi todo el recorrido transcurrió en el arcén de la carretera, hasta la antesala de Palas de Rei, que ya entras en un carril de tierra, y sobre las 11 ya había llegado a la estación de autobuses.  Allí, tomamos un refresco y mis compañeros prosiguen el camino hasta Melide, población a la que debo de llegar cuando acabe la diálisis.

Antes de partir hacia Lugo, me dirijo a una tienda y me preparan un bocadillo para almorzar en la clínica (te permiten llevar comida!)  porque si una cosa me da hambre, es la máquina, jaja.

Antes de la una ya estaba en Lugo y aproveché para pasear un rato por el centro pues es precioso.
La diálisis fue estupenda pero viendo que eran las 7 cuando me empezaron a desconectar, y el autobús hacia Melide salía a las 7 y media, les comenté al personal de la clínica que si me podían avisar a un taxi, para que estuviera en la puerta cuando saliera y accedieron sin problemas
Y como los pinchazos no terminaban de coagularse, para ganar tiempo, me dirigí al peso, y encima del mismo, se escapó la presión que estaba haciendo en uno de los pinchazos, y salió sangre y les puse bueno el peso y mi ropa (yo, en mi línea, para variar, jajaja).

Salí corriendo, y le comenté al taxista mi situación, y se implicó tanto que llegué a tiempo al bus.
Cuando llegué a Melide, me recibieron mis compañeros con vítores y aplausos, como un campeón. Después fuimos al albergue, una duchita y a cenar.

En Melide es muy famoso el pulpo, y en concreto el del restaurante Ezequiel, pero los del lugar nos comentan que hay un sitio mejor, A GARNACHA, y es donde nos dirigimos, y está ESPECTACULAR, disfrutamos de lo lindo.

Y así, nos fuimos a descansar, pues el siguiente día es el más largo que íbamos a caminar, hacia la antesala de Santiago de Compostela.

No os perdáis en el próximo el “EXPRESO” de San Pedro Alcántara a toda máquina.

Por José María Prieto

   

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